...Literatura música
y tecnología ¿clasificadas? por un cronopio
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RAYUELA
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Cap 128
Nous sommes quelques-uns à cette époque à avoir voulu attenter aux choses, créer en nous des espaces à la vie, des espaces qui n'étaient pas et ne semblaient pas devoir trouver place dans l'espace.
ARTAUD, Le Pèse-nerfs.
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Rayuela - Julio Cortázar Cap.128 (completo)
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miércoles, septiembre 03, 2003
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A veces escribo cartas...
Le estaba dando vueltas y creo que vale la pena comentarlo, por que debe tratarse de una sensación compartida.
Quiero decir que al igual que ha pasado con los procesadores de texto y el condicionamiento del proceso y la estructura mental de la escritura, no sé hasta qué punto Google no está modificando también nuestros mecanismos de razonamiento, inferencia y asociación de ideas. Y como consecuencia, en definitiva, si la red termina y se determina en el ordenador, o si por el contrario empieza a extenderse conectándose a alguna dendrita de la neurona que me ha quedado de guardia este verano y que inexplicablemente y fuera de cualquier previsión sigue trabajando en background... Me explico:
Visito regularmente N.A.P.G. , - de lo más frescoen este verano absurdo y despiadado que sufrimos. Una vez en su casa , sigo los comentarios de un post; y en ellos descubro uno bajo el Nik‘a veces escribo cartas’ , y sin previo aviso, súbitamente me siento inquieto, se enciende una tenue lucecita como si en mi subconsciente empezase a formarse mentalmente un link, un enlace virtual, soportado por la sutilísima corriente electroquímica que esta frase ha excitado. De hecho no es hasta pasado un lapso de tiempo que soy consciente de ello, una leve inquietud... así que sigo leyendo los comments , avanzando en la página.
Ahí queda todo, pero pasados unos minutos , dejada atrás la página y esa sensación ya casi olvidada me viene a la memoria una frase ‘...Si, yo creo que debo escribir esta carta...’,y, ¿dónde tengo indexada en mi ‘google’ interno esta frase?, era eso lo que me inquietaba, la chispa ya se ha encendido, pero hay que darle un margen al cerebro, el proceso queda en background de nuevo... Al igual que con esas musiquillas que se te quedan enganchadas, no puedo sustraerme a la pregunta, porque la búsqueda sigue en expansión por mil direcciones diferentes, la mayoría inconscientes... intento concentrarme en las ideas que me siguen dando vueltas, ¿por qué me marcó esta frase?, ¿por qué la ha despertado el nick de un blogger?, ¿dónde la aprehendí?, ¿fui yo quien se quedó con ella o fue ella la que me adoptó?, ¿qué carga emocional me transmitió esta frase en su día?, ¿era una cuestión de un estado de ánimo circunstancial en el momento de descubrirla?, ¿estoy intentando recuperar el contenido o el entorno emocional que en aquel momento generó el refuerzo nemotécnico para que quedase grabada en mi cabeza? ¿Qué asociaciones reforzaron ese recuerdo?.
Las seńales se dispersan en todas direcciones dentro del cerebro, como afluentes en suelo poroso desaparecen bajo la tierra yerma del olvido, más allá quizá afloran de nuevo y se unen con otras corrientes, otras chispas... No sé cuántas de esas líneas de trabajo que acaban de abrirse en la cabeza seguirán, unas subconscientemente, buscando y reuniendo asociaciones, otras perdiéndose en la nada, o por el contrario arrancando como en un choque en cadena nuevos estímulos..., en fin, estoy tardando un poco más que google, pero creo que la búsqueda es infinitamente más compleja, más rica y creativa, ¡ lo tengo!, o al menos he encontrado una respuesta, la frase la ubico en un libro del que solo guardo la imagen visual de la cubierta, así que voy a la estantería y ¡ voilà !
Abro , nervioso sus páginas y encuentro el poema. Es de Elena Martin Vivaldi (1907-1998) FIN
Como premio a la paciencia de quién hasta aquí llegase, lo transcribo:
CUANDO SE ANUNCIA LA PRIMAVERA
HOY es de los días
en que yo escribiría una larga carta,
y también daría un largo paseo.
Una carta donde dijera
algo que es imposible.
Quiero decir
lo que he sentido esta mańana
al mirar la calle, nublada, sin frío y con el melocotón en flor.
Porque otros días yo no siento lo mismo,
y, sin embargo,
Parece que nada ha cambiado.
Ya sé que en esa carta
Nunca podría decir todo lo que he sabido hace poco
con mis cinco sentidos.
Además, yo ya no puedo escribir cartas de amor
ni tampoco escribírselas a un amigo.
No debemos engańarnos,
un buen amigo es siempre un posible enamorado.
Sólo el amor y el odio unen y hacen girar los mundos.
(Aún recuerdo a mi inolvidable profesor de Filosofía).
“Y Dios hizo a la mujer para que sirviera al hombre de compańera”.
“Y no es bueno que el hombre esté solo”.
Así es que yo ya no tengo amigos. Por eso estoy sola,
y tengo que escribir una larga carta,
y decir lo que nunca diré, porque yo no he aprendido las palabras.
(Pero ahora pienso si leeré esto a mis amigos).
Aunque comprendo lo que me ha venido con la mañana
y me ha hecho un habitante de la tierra:
eso que está oculto
y que sólo un gran poeta podría contar
o, a lo mejor, lo sabe un doctor o un licenciado en medicina;
o el anónimo oficinista que esta mañana odiará sus oficios,
y, puede, que hasta el jefe de oficina,
que, todo es posible, al mirar los renglones cortos de un oficio,
sospeche que allí está camuflada una poesía.
Una poesía que hoy, Miércoles de Ceniza, tiene un color de rosas
o un aroma de flores de almendro.
No sé cómo voy a decirlo
porque cuando los sentimientos se expresan
lentamente se deshojan y ...
qué difícil es luego reunirlos
aunque nos quede su perfume y los busquemos inútilmente
detrás de todos los rincones
y encima de todas las blancas cuartillas.
Nadie puede entenderlo.
Por eso, y nada más, yo tengo que escribir una carta.
Pero ya he dicho que no tengo ni un amigo, ni, la verdad,
puedo tenerlo. Ni sirvo para eso que se llama una gran pasión en las novelas.
(Aunque algunos ingenuos piensen otra cosa).
Entonces, sólo puedo dar un largo paseo,
Y luego por la noche, si Dios quiere,
llorar un silencio de esperanzas,
que no he podido arrancar a esta mañana,
con todo, y la lluvia, y todas esas cosas que me callo.
Pero, ¿adónde puedo dar este paseo?
Tan cansada de horizontes
gastados entre las horas
y terminados hace tanto tiempo.
Yo creo que debo escribir una carta
y, después romperla,
arrojar sus pétalos por esas tristes ventanas de café cerradas.
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      Agradecimientos:
A mr. Justerini & mr. Brooks por desabrocharme un rato la camisa de fuerza
los martes y viernes; es un palo teclear con la nariz el resto
de la semana, días en que, agradezco a cosa de la familia Addams
por echarme su mano con las teclas mayúsculas y alternativas.